Historias de proyectos superadores que nacen de un microcrédito.

Son más de 90.000 los argentinos que excluidos del sistema financiero que reciben microcréditos, de los cuales el 66% son mujeres. A nivel nacional, son poco más de 50 las instituciones que adjudican préstamos de pequeñas sumas, cuentan con una cartera de alrededor de 2.660 millones de pesos.
Los microcréditos tienen un gran impacto social y económico, generando emprendimientos para personas que están excluidas de la economía tradicional.
Son muchas las organizaciones y personas que en base a una pequeña suma de dinero lograron emprender grandes proyectos.
Federico Wainhaus, gerente general de FONCAP-empresa privada con participación estatal del Ministerio de Finanzas de la Nación dedicada a lograr la inclusión financiera- describe al receptor de microcréditos como un individuo de la sociedad que no tiene la posibilidad de insertarse y formar parte de los servicios financieros bancarios porque carece de los elementos necesarios para demostrar intención de pago. El sistema financiero no tiene manera de comprobar que saldará el crédito a futuro.
“Muchas personas desconocen la herramienta del microcrédito y cuando necesitaban dinero terminan recurriendo a un usurero, el cual suele tener tasas de interés abusivas y modalidades de| cobro que son poco convencionales, incluso violentas”, describe Wainhaus.
Según demuestra un informe realizado por la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito (RADIM), FONCAP y la Comisión Nacional de Microcrédito (CONAMI), 52 instituciones de microfinanzas cuentan con una cartera bruta de $2.660.949.548. De las cuales, solo un 10% son sociedades anónimas y el 90% restante son asociaciones sin fines de lucro. Por otro lado, como los microcréditos son un tipo de créditos a medida para cada emprendedor con un posterior seguimiento personalizado, se genera menos mora que en el sistema financiero formal.
La organización Mujeres 2000 desarrolla hace 19 años el Programa Emprende. Este proyecto, que se lleva a cabo en el partido de Tigre y San Fernando, aspira a incentivar a las mujeres para que puedan llevar a cabo sus ideas de negocio, desarrollando sus habilidades emprendedoras, alcanzando así la independencia y autonomía con la que sueñan. “Nosotros ponemos énfasis en que invertir en un emprendimiento no solo tiene una tasa de retorno individual, sino que también tiene un impacto positivo en la comunidad, ya que se empieza a desarrollar un entramado productivo local. Cuando ellas crecen con sus emprendimientos, empiezan a generar trabajo, consumo y mejoran el entorno de sus barrios”, nos cuenta Agustina Valsangiacomo, Directora Ejecutiva de la asociación civil. Los proyectos de estas mujeres son muy variados y diferentes entre sí. Mientras algunas de ellas emprenden en el rubro textil, otras prefieren el gastronómico y otras las manualidades. Los masajes, peluquería y depilación también son parte de los servicios que se llevan a la realidad a través de estos emprendimientos. “Como no tenemos requisitos o garantías el eje de nuestro trabajo es la confianza. El primer crédito que otorgamos es el más bajo. Luego, vamos subiendo los montos. Los microcréditos parten de los $4.500 hasta los $20.000. Los ciclos de devolución del préstamo son de seis meses. Tenemos una modalidad de pago semanal y tenemos tasas de interés asequibles para que el repago sea fácil. Entregamos microcréditos y no subsidios porque el objetivo es seguir contando con fondos para dar créditos a otras mujeres. Cuando una emprendedora paga, sabe que está ayudando a otra a recibir su crédito”, desarrolla Valsangiacomo. Como propuesta previa a la entrega del crédito, el programa Mujeres 2000 sugiere a las emprendedoras hacer un curso de cinco clases que capacita la gestión de emprendimientos. “Muchas veces las mujeres tienen un oficio o una habilidad determinada, pero no lo saben traducir en un emprendimiento rentable y sostenible. Les enseñamos a armar presupuestos, calcular costos fijos y variables, poner precios de venta, y desarrollamos habilidades blandas. Además, brindamos acompañamiento y mentoría durante todo el proceso de duración del crédito” desarrolla Valsangiacomo. Agustina, hace mención de la problemática de género como parte de este de este proceso. Por ejemplo, cuenta que hay mujeres que van acompañadas por sus parejas a las capacitaciones para asegurarse de que son todas las integrantes son femeninas. También hay mujeres que deben otorgar a sus maridos los ingresos que genere su emprendimiento o se presentan sin haberle contado a sus cónyuges por miedo a que no las dejen asistir. “No podemos trabajar sobre autonomía económica, sino trabajamos autonomía decisional y física. Tenemos casos en los que se logró salir de esa situación y hoy son mujeres sumamente empoderadas”, insiste. La actividad crediticia se ve afectada si o si por el contexto macroeconómico. “En el caso de los microcréditos relevamos que hasta el momento no hubo un ascenso grande en relación a los niveles de mora. Subió, pero dentro de los parámetros esperables. Las instituciones de microfinanzas están haciendo un trabajo arduo y fructífero. Hoy el principal desafío es ganar una mayor escala para llegar a aquellas personas que necesitan un microcrédito para mejorar su calidad de vida. Hay mucha necesidad insatisfecha en materia crediticia”, comenta la directora ejecutiva y nos da su opinión “Actualmente, no tenemos problemas con el repago, la gran mayoría está al día. Ellas ven que sus emprendimientos están estancados porque se trabó el consumo. Por este motivo, se les complica invertir en más mercadería o maquinaria. Hay mujeres que en el camino se caen. Algunas por desmotivación o descapitalización abandonan el emprendimiento, mientras que hay otras que en el camino se reinventan y se van adaptando a las nuevas demandas u oportunidades”.
Emprendimientos
Ubicado en Lanús, el centro de ayuda integral para niños y su familia, Semillitas, entregó su primer microcrédito en en 2012. Fue a Zunilda Franco y la organización le dió, en ese momento, un crédito de $500 para la compra de telas. La emprendedora quería desarrollarse en el rubro textil y contaba con máquinas de coser propias para hacerlo. Fue solicitando nuevos créditos mientras su emprendimiento avanzaba a pasos agigantados. Desde comprarse una estampadora, hasta reformar su casa para poner su local en el parte de adelante de su domicilio.
“Yo hago prendas de acuerdo a las necesidades del barrio. En este momento estoy haciendo los pintorcitos para el jardín. En invierno hago muchas poleras y, para las nenas, llevan muchos tutús para los cumpleaños. El año pasado hice vestidos de novia. Mis clientes llegan por el boca en boca”, cuenta Zunilda. La emprendedora de 35 años expresa que fue adquiriendo mucha experiencia, sobre todo en el último tiempo, “el año pasado tuve muchos pedidos de guardapolvos en febrero y no di abasto. Perdí muchas ventas. Ahora estoy armando stock con más tiempo porque trabajo sola”. Así como Zunilda desde 2012 fue renovando créditos y mejorando su emprendimiento, otra emprendedora de 39 años se acercó a solicitar un crédito a Semillitas hace tres meses: Sabrina Spatafore. Su emprendimiento tiene como principal servicio los masajes, “Durante mucho tiempo trabajé en relación de dependencia, pero cuando tuve a mi nene, dejé de trabajar. Antes de que nazca mi segundo hijo, hice un curso de masajes como hobby. Al tiempo, mi marido se quedó sin trabajo y nos mudamos de Capital a vivir a Lanús. Los dos empezamos a buscar trabajo y no encontrábamos nada. Un día, pensando, le dije que iba a buscar gente para hacer masajes. Lo primero que necesitaba era una camilla para poner en la parte de delante de mi casa. Ahí me enteré de los microcréditos que daba Semillitas y pedí que me prestaran $4.000 para devolver en seis meses. Las personas que me atendieron me parecieron súper serias y no me dejaron ninguna duda sobre el crédito. Cuando me pude comprar la camilla estaba tan feliz, que saltaba en una pata. Cuatro días después ya tuve a mi primera clienta”, explica.
En este momento, Sabrina se encuentra en una situación económica ajustada ya que es el único ingreso en su casa, por eso está constantemente pensando nuevas ideas para salir de esa circunstancia. “Ahora estoy en contacto con Lanús Emprende, un programa del municipio, para que me asesoren sobre cómo tener más clientes y difusión. Todos los días escribo publicaciones en Instagram y Facebook. También mando mensajes por whatsapp. Estoy pensando en agregar un servicio de depilación”.
La trabajadora social, Lorena Leiva, es asesora a ambas emprendedoras con respecto a los créditos que Semillitas les otorga. Está en contacto constante con ellas para acompañarlas en sus proyectos y además las visita una vez por mes.
Hace un año ocupa el rol de asesora, pero es voluntaria en la organización hace muchos años. “El programa sirve para potenciar a las familias, que asisten al centro comunitario”, explica Lorena.
Una casa mejor

La Fundación Vivienda Digna destina sus microcréditos a familias que necesitan hacer mejoras en sus hogares o incluso terminarlos, ya que los créditos bancarios no están a su alcance para hacerlo.
La organización facilita su ayuda, en la provincia de Buenos Aires, a los municipios de Malvinas Argentinas, Tigre, San Fernando, San Isidro, San Martín y Pilar. También en Misiones, en el municipio de Wanda.
El valor de los montos de los microcréditos que se otorgan se decide entre la familia y la Fundación, según la necesidad y van de entre $3.000 hasta $15.000 pesos. El director del programa de Microcréditos de Fundación Vivienda Digna cuenta: “Las familias que dan este paso tienen en el horizonte la mirada puesta en alcanzar una mejora en la calidad de vida. Seguro lo hacen pensando en que sus niños y niñas no corran riesgos dentro de su casa. Un techo con agujeros o una pared sin revocar, es una invitación a tener humedad dentro del hogar, y de ahí a enfermedades respiratorias y de todo tipo, no hay más que un sólo paso. Por eso, quien decide tomar un microcrédito suele ser consciente de la dificultad, pero es más fuerte la voluntad de alcanzar condiciones más saludables para que su familia viva mejor”.
Las familias que solicitan los créditos cuentan con el aporte de arquitectos voluntarios para llevar adelante su proyecto.
La mayoría de los solicitantes aportan también sus conocimientos sobre los oficios de la construcción, aumentando así el rendimiento del dinero entregado a través de los microcréditos. A menudo, también reciben ayuda de amistades, familiares o algún vecino solidario.

Comentarios

Entradas populares