El nuevo fenómeno de los líderes eternos

En los últimos tiempos puede observase alrededor del mundo una tendencia hacia formas de ejercicio de poder más concentradas y autoritarias. También se observa con preocupación un auge de extremismos y crecimiento de los movimientos eurófobos, incluso en países fundadores de la UE, como Italia.

Países como Egipto con Abdel Fattah, Turquía con Recep Tayyip Erdogan o Rusia con Vladimir Putin son para algunos analistas la punta de un enorme iceberg que muestra al mundo que las democracias tal como las conocemos en occidente, están dejando de ser el modelo a seguir.

Pensemos que hasta no hace mucho, presidentes que se eternizan en el poder como los mencionados, hubieran generado una oleada de indignación y acaloradas críticas de las principales potencias del mundo.

En este contexto, China anunció que abolirá los límites constitucionales de los mandatos presidenciales - que tradicionalmente eran de dos períodos quinquenales-. Esta reforma es en realidad el anuncio de que Xi Jinping podrá gobernar de forma indefinida. El gigante chino, quizás la potencia económica más importante del mundo hoy da una clara señal de avance a un sistema que profundiza los personalismos.

Ahora bien ¿Por qué es necesario prestar atención a esta progresiva consolidación de gobiernos unipersonales?

Este tipo de concentración del poder, sin límite de mandatos, suele llevar a abusos e impunidad, además de complejizar el proceso de sucesión. Todo indica que las instituciones modernas producto de la sociedad de pos guerra del siglo XX, sencillamente fracasan en frenar la irrupción de autoritarismos. También fracasan en dar respuestas a las necesidades de inmensas mayorías que, desprovistos de condiciones generales dignas, son excluidas, víctimas de la violación de derechos humanos.

Existe un clima de época que parece no ver en el sistema democrático la forma más justa y humana de desarrollar y mejorar la vida de las personas. Entiendo que esto es un desafío sin precedentes. El mundo tiene pendiente construir más y mejor democracia. El respeto por los derechos humanos debe ser el punto de partida.