Desafíos de las Democracias en 2018

Una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Pew (Pew Research Center) realizada en 38 democracias de distintas latitudes y niveles de desarrollo, acerca datos por un lado alentadores y por el otro alarmantes: mayoritariamente sus habitantes siguen creyendo que la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno, pero también aflora la percepción de que una opción no democrática podría ser buena.


Lo muestra el cuadro, si bien el gobierno militar es el sistema político menos popular en la encuesta, existe un 24 por ciento de apoyo a este sistema autoritario. Hay sectores que consideran a los regímenes dictatoriales como una buena manera de gobernar, y en países como Vietnam, Indonesia, India y Sudáfrica, más de la mitad de la población expresan esta aprobación.

Chart showing countries with more democratic systems, greater wealth show more widespread commitment to representative democracy


¿Qué significa que se expresen aún opiniones a favor de sistemas no representativos? En general, el compromiso público con la democracia representativa es más alto en los países que tienen una democracia que funciona bien, es decir, en democracias cuyos ciudadanos logran un desarrollo humano equitativo y en plenitud. No obstante resulta llamativo que incluso en sociedades ricas que viven en democracias bien establecidas, los modelos no democráticos encuentran también cierto nivel de aprobación. ¿Cómo es esto posible?

Tal vez cultura democrática sea también dejar de ver a la democracia con solemnidad, para ponerla de manera constante entre signos de pregunta. En un mundo globalizado, en transformación permanente y con fuerte centralidad de los medios de comunicación, más que nunca, la opinión de los ciudadanos sobre su propia calidad de vida impacta y es la que determina la percepción sobre sus sistemas de gobierno. 

Pero la respuesta parece estar en que cuando se pregunta acerca del desempeño de la democracia, no se piensa en ideologías o partidos políticos. Lisa y llanamente se pondría en marcha un mecanismo de evaluación de la satisfacción de diversos aspectos del ámbito individual: la satisfacción con la democracia está atada a la percepción del bienestar económico: cuanto mayor se percibe el bienestar personal, más se apoya a la democracia.

En este año que comienza, tenemos el desafío no solo de que las democracias no retrocedan, sino además el de ser innovadores y generar herramientas y canales de participación para construir sistemas políticos verdaderamente democráticos, en las que el centro sean las personas y su derecho al desarrollo.






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