Acerca de la confianza en la democracia


Según una encuesta de Management & Fit publicada hoy referida a la confianza de los argentinos en las instituciones: el 36.7% de los encuestados no tiene "Nada" de confianza en el Poder Judicial, frente a solo el 1.8% que confía "Mucho". 
¿De qué nos están hablando estos datos? En la actualidad, y a más de 30 años del regreso de la democracia, las expectativas depositadas en el sistema político choca contra su contrato social de origen. "Con la democracia se educa, se come y se cura" son las promesas fundacionales que como sociedad abrazamos a partir de 1983, en contraposición al horror de la dictadura.
Pero estas consignas no han alcanzado para resolver los problemas y la deuda social que la sociedad argentina presenta.
En este sentido numerosos estudios ilustran que gran parte de la ciudadanía descree de las instituciones: Partidos Políticos, Justicia, Sindicatos, Fuerzas de Seguridad, entre otras.
Es decir, las instituciones no han podido en más de 30 años de democracia lograr "representatividad", dar cuenta de "la transparencia de sus procesos" y por sobre todas las cosas responder a "las demandas" de la ciudadanía.
Como  emergente de este fenómeno en la sociedad argentina se multiplican las movilizaciones masivas. las protestas, y los reclamos que atraviesan al conjunto de la sociedad. Ejemplos sobran: Nisman, Ni Una menos, Santiago Maldonado, Cacerolazos 7D, etc.
Las demandas de estas movilizaciones: Justicia, derechos humanos, seguridad, género, coincide con aquellos campos en las que las instituciones del sistema democrático tiene falencias.
La multiplicación de estos movimientos son un prueba irrefutable de que la sociedad civil exige una democracia mas plena, lejos de las formalidades declamativas. Para eso debemos caminar para hacer de la democracia la llave para una sociedad mejor, que integre a todos, con instituciones que sepan oir las demandas.
Creo que nuestra responsabilidad como ciudadanos es la de velar por la mejora de la calidad institucional, y las instituciones en este siglo XXI deben aprender a oir las nuevas y viejas demandas para renovar el contrato social y refundar un proyecto de sociedad sustentable, plural y humano.

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